Seamos la bailarina de la sociedad industrial

Es esta una historia que ocurrió de verdad. Ha llegado a nosotros desde diferentes personas que relataron lo que se vivió y se murió en los campos de concentración de Auschwitz (Sara Nomberg Przytyk, Tadeusz Borowski o Marco Nahon entre otros).

Había una vez un grupo de prisioneros que iba a ser gaseado en la cámara. Uno de tantos grupos de muertos vivientes caminando como ganado y sin esperanza. Pero este grupo sería un poco diferente.

Ya estaban todos los prisioneros desnudos y listos para entrar a la cámara donde serían ejecutados y parece ser que había una joven bailarina de pelo negro azulado en la que se había fijado un oficial de los SS. El oficial ordenó a la joven que bailara sabiendo de su anterior vocación y la joven bailó acercándose al oficial, cuando estuvo muy cerca de él y pudo mirarle a los ojos, le quitó la pistola y le disparó varias veces en la tripa. Al momento ella fue tiroteada por los guardias y murió. El oficial murió también pocos minutos después.

Dicen los que lo vieron y luego lo contaron, que a pesar de lo grotesco de la situación, la bailarina se convirtió de nuevo en persona mientras bailó, transformada en su antiguo “yo” recordó como era actuar con libertad y voluntad y cambiar lo poco que podía cambiar.

Joven inquieto, la cosa está mal y podemos cambiar muy pocas cosas. La sociedad de crecimiento industrial provoca a menudo la destrucción de aquello que nos permite vivir y nos hace humanos.

Y parece que no podemos pararlo, parece que nuestras acciones son demasiado pequeñas para cambiar el curso de acción de una máquina que es demasiado grande y tiene demasiada inercia.

Del libro Coming Back to Life by Joanna Macy & Molly Brown he sacado el siguiente listado de acciones de contención que pueden marcar la diferencia:

Siempre hay un ápice de libertad, incluso en las situaciones más jodidas. Usémoslo, elijamos nuestra muerte, seamos la bailarina en el campo de concentración.



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